Hoy en día están de moda los términos Ciberpunk, Ciberespacio, Ciberarte..., términos que encierran en sí todo un movimiento integracionista en los que se confunde la fantasía del arte con los descubrimientos más novedosos de la ciencia. Pero, ¿cuál es su origen?
En 1948, el matemático norteamericano Norbert Wiener, quien se encontraba en ese momento en una situación monetaria precaria, decide escribir un librito al que tituló: "Cybernetics, or control and communication in the animal and the machine", el que, para asombro del propio autor, se convirtió pronto en un best seller e inició uno de los movimientos más espectaculares del mundo científico.
La Cibernética no debe verse ni como una ciencia, ni como una disciplina; sino como un movimiento de ideas, que trató de romper con la estrechez de los conocimientos propios de cada disciplina. El movimiento cibernético demostró que las barreras que existían entre la matemática, la biología y la electrónica, por solo citar tres de las más beneficiadas, eran superables y encontró sorprendentes analogías entre ellas.
Wiener eligió este término en homenaje al físico inglés Clarence Maxwell quien definió en 1868 los mecanismos de retroacción. No podía imaginarse que mucho antes el filósofo griego Platón, se dio gusto utilizando el término Kybernetike para referirse al arte de la navegación como timonel, ni que muchos años después en 1834 otro brillante físico, el francés Andrés Ampere, utilizó el término Cibernética como el arte de gobernar en política.
Nada de esto resta mérito a la labor de Wiener como padre indiscutible de la Cibernética, aunque él mismo reconoce a Leibniz como un precursor, quien creó una expresión del pensamiento basada en la combinatoria que posibilitaba, a través del lenguaje de los números, expresar cualquier idea o concepto: fórmula de la verdad. Sin embargo, Wiener ignoró al español Ramón LLull -nacido en Mallorca en 1235 y fallecido en 1315- quien, entre sus muchos inventos, propuso una máquina lógica que permitía obtener demostraciones de modo mecánico. Este proyecto despertó el interés de muchos científicos, pero también las más violentas críticas; entre ellas la del sabio inglés Francis Bacon, así como las de otro inglés Jonatan Swift, quien en su libro "Los viajes de Gulliver" ridiculizó tanto a las ideas de LLul como a todos los que las consideraban técnicamente realizables. ¿En qué consistía la máquina de Ramón LLul? Veamos la explicación dada por Kondratov en su libro "El intelecto electrónico".
"La máquina lógica era un sistema de círculos concéntricos giratorios que permitían obtener demostraciones de un modo mecánico. Al saber que de los axiomas se deducen teoremas, lemas y fórmulas, LLul comenzó por tomar como axiomas de conocimiento seis categorías, con nueve elementos cada una. Por ejemplo, él formuló los principios absolutos: bondad, grandeza, eternidad, sabiduría, etc., designando cada uno de éstos con una letra especial, y los principios relativos: diferencia, acuerdo, contrariedad, comienzo, medio, fin, etc. El axioma virtudes englobaba elementos como justicia, templanza, fe, caridad y esperanza, mientras que el axioma vicios, incluía avaricia, gula, lujuria, soberbia, pereza, envidia, ira, falsedad, traición... Los círculos se unían entre sí y, una vez puestos en giro, permitían obtener combinaciones de símbolos y colores, originales: fórmula de la verdad". Para muchos Leibniz tuvo conocimiento de las ideas de don Ramón y las asimiló y les dio su propia interpretación matemática.
Si nos seguimos remontando atrás y tenemos en cuenta que la Cibernética perseguía la integración entre las ciencias (el sueño del diletante) y cuyo objetivo era desarrollar máquinas que simularan el comportamiento animal, -al menos éste fue su aporte más espectacular, y si no, recuerden las tortugas de Grey Walter, el ratón de Shannon, los zorros de Ducrop y otros muchos ciberanimalitos más-. Entonces, qué mejor padre que Leonardo Da Vincy, quien en su época trató de hallar la analogía entre todas las ciencias.
El movimiento cibernético tuvo su época de oro en los años 50, cuando se hablaba que las máquinas, algún día, dominarían al hombre; se especulaba sobre los robots y se soñaba con construir un modelo del cerebro humano. Sin embargo, en el último congreso cibernético se cuestiona la utilidad de la Cibernética como disciplina científica, ya que carece de bases sólidas que la sustenten por sí misma: la Cibernética toma ideas de la biología, de la electrónica, de la matemática y se dedica a construir juguetes para probar ciertas conductas; Incluso para sugerir el comportamiento de un mecanismo o un animal desconocido partiendo de sus funciones de forma general.
Para los nuevos cibernéticos todos esto es demasiado difuso y proponen una nueva ciencia: la inteligencia artificial que se dedicaría al desarrollo de programas que tuvieran aptitudes inteligentes, y a partir de entonces los congresos de Cibernética se convierten en congresos de Inteligencia Artificial. Esto unido a la consolidación de la robótica también como ciencia independiente, dejaría a la Cibernética sin soporte científico.
¿Murió el movimiento Cibernético?
En los umbrales del siglo XX surgen nuevos movimientos integracionistas (esta vez de la ciencia con el arte) tales como Ciberpunk, Ciberarte..., sobre todo el Ciberarte, que mezcla el arte con tecnologías de avanzada tales como multimedia, realidad virtual, etc. La pregunta es: ¿estaremos en presencia de un nuevo movimiento de cibernéticos que vuelvan a revivir a aquel antológico movimiento de los años 50 que aglutinó a destacados matemáticos, neurólogos, siquiatras, comunicadores...?
Espero que sí.
lunes, diciembre 12, 2005
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